
Imposible no mirar hacia atrás. Ya van siete ediciones y la misma expectativa, renovada y confirmada, cada año. El voluntariado es increiblemente vasto y diverso. Cada fotografía, cada historia, es una realidad que se devela más allá de nuestros ojos. Nutre nuestra acotada percepción. Abre puertas, derriba prejuicios y simplificaciones a la hora de diagnosticar nuestra coyuntura social, de pensarnos como comunidad. Y nuevamente el voluntariado nos interpela, acalla la verborragia de lo potencial, de lo que “habría que hacer”, con la tenacidad y la fuerza de su accionar concreto. Solidaridad aplicada. En muchos casos a través de formas tradicionales y directas de actuar, pero también aparecen formas creativas y renovadas de interacción. Experiencias de campo muy ricas, construidas desde el protagonismo del que lucha por satisfacer sus derechos, por su dignidad. Aportando ineludibles referencias para un Estado responsable que debe buscar las mejores maneras de llegar.
Como cada edición, las imágenes traen la fuerza del instante. Muchas denotan intimidad, la que se logra con confianza, con años de acompañar, de estar. Seleccionar no es tarea fácil. Mucho menos premiar. Mientras esperamos la respuesta de nuestro respetado jurado, tenemos siempre la certeza de que son cientos las fotografías que merecen un reconocimiento especial.
Somos muchos los que queremos mostrar, difundir y homenajear la labor voluntaria. Asociaciones civiles, fundaciones, empresas, instituciones religiosas y agrupaciones; a todos ellos gracias por acompañar.
Asociación Civil Rumbo Sur


