Todo es una imagen que se mueve y se modifica. Todo es ausencia de las cosas que permiten desarrollar una vida plena y que, quienes tuvimos la oportunidad de ver nuestras necesidades básicas satisfechas (y más), no concebimos como una posibilidad el hecho que puedan faltar.
Los voluntarios de TECHO vivimos con esa realidad pero también con la fuerza de los asentamientos, el entusiasmo de la señora que encera su primer piso, la felicidad de un niño con su cuarto propio, los chicos que asisten a un espacio de apoyo escolar, a jugar en una juegoteca con otros, a participar de un espacio de arte.
El voluntariado es una instancia de participación ciudadana; es la construcción de ideales vinculados en la relación con otros y el compromiso por lo colectivo. Solemos decir que tener un techo es un piso porque es el comienzo de algo, un trampolín para animarse a más, una puerta que se abre. A los voluntarios, esa puerta nos conecta con otra realidad; a las familias, las saca de la indiferencia; y a todos, nos acorta la brecha de la desigualdad y la exclusión. Una fotografía refleja la experiencia de una sociedad.
Todos tenemos la capacidad de vivir esa experiencia, por el mero hecho de ser parte de una comunidad. No asumir un rol, es excluir y excluirse. Está en todos entender la realidad, pero para entender hay que participar, desde el lugar que elijamos.